me senté en el banquito de las acusadas
a doble visión o triple
ayudada por estupefaciones
a mirar mi interior con una lupa
el cuerpo de un demonio conflicto
los deseos son vías sobre maderos
algunos mojados por el tiempo,
el viento que levanta el polvo
entre las hojas de los libros viejos,
con cartas y billetes escondidos,
rescatados o no de la humedad,
el agua el musgo la naturaleza
avanza a pasos de fenómeno telúrico,
prendiendo los últimos resquicios de parámetros normales para actuar
según los cálculos varoniles de una
varonil forma de actuar,
estoy mirando el modo en que miran tus ojos,
no dicen nada que ya no hayan dicho,
el rencor es una piedra horrible,
un terrón de tierra en ascenso,
con mis ruedas mi respiración rápida,
el paso del roedor del urbanismo,
con los pelos pegados al sistema linfático que se hincha,
las manifestaciones del dolor son estúpidas,
me acuesto y me retuerzo asustada,
quisiera que estén conmigo
ustedes los seres imaginaros,
me levanto triste para irme,
me abrigo me ato la ropa,
trazo mapas mentales de carrera,
no quiero que el lobo de la noche me intercepte,
no estoy tan dopada como para no sentirlo,
convivo con diversos materiales:
de qué está hecha esta lava,
el líquido ascendente que impregna
las rocas vivas de mis pulmones,
llena de olor a cigarrillo ajeno,
no sé cómo esconder un mal prontuario
de autolesiones nocturnas,
frente a mí me paro frente a vos,
sólo solicitás que yo tenga
los mismos deseos que los tuyos,
pero eso a mí me da asco,
la ruta se acorta en simpatías,
se empequeñece se vuelve oscura,
se hace como un túnel diminuto
por el que apenas paso,
a gatas entro,
pegada al piso mi piel
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