Tengo hambre, pero ya es tarde , me iba a sentar a escribir sobre un evento nostálgico: me acordé que hace 4 años le di un beso a alguien que me gustaba mucho. Ese día entró una laucha a mi casa, y la tuvimos que sacar. Yo vivía en una casa muy rara y la habitación, la recuerdo barroca, recargada. El recuerdo de ese primer contacto es demasiado fuerte y contrastante con la historia posterior.. Quedé agarrada a unos labios . Empecé a revisar…reviso reviso, siempre aparece algo nuevo. Hoy: un frasco de porro que ni sabía que tenía. Hoy, una manera de enojarme y angustiarme premenstrual tan conocida que exorcicé limpiando el baño. Con asco . Después rumia rumia en la siesta. Me imagino que publico unos poemas espantosos que tengo ahí en el banco de suplentes. No. Maté a una araña amiga porque me sentí amenazada . Tengo bastante elevado el cortisol o algo, el estado de alerta. Pienso que hago todo muy mal. Eso me retrae y quisiera dormir la siesta. Cuando estoy así siento todo el día...
¿y el tono? Sin ningún emoji! Desde febrero que venimos viend…, estoy cansado! Qué decir! y te miro…………, Mmmm no quiero ser cómplice! ¿está pasando lo que creí que iba a pasar? Acaso me sonrojo Sabiendo muy bien Que sos un chico imposible, Alto, y que forzás antipatía Porque en el fondo te gusto, ¿Qué? No me doy cuenta y sos el que más miro, me doy cuenta y cambio de foco, Asiento asentís es agradable Pero no estamos solos Hay un montón de personas a nuestro alrededor, Tengo el corazón enchufado A una usina en penitencia, Desde el rincón no me mira esa bomba energética, enojada porque la dejé ahí, porque al cuerpo lo puse a pensar, lo dejé sentado en una almohada redonda y budista, le prendí sahumerios, y a ver? Me querés decir cómo te hiciste Esa cicatriz en la cara, Por qué Me hacés acordar a un pibito de mi cuadra con el que jugábamos Al fútbol o a las sardinas, El Alexis se llamaba, Me hacés acordar al Alexis, ...
mi vecino toca el cello con la ventana abierta, hay que levantar la vista y pasar cerca de sus puertas para notar que está ahí, en medio del ruido de los autos o más que en medio a un costado; toca con la ventana abierta y enfrente está la vieja bicicletería color marrones, con viejas pelotas de fútbol remendadas, olvidadas por niños en décadas pasadas; también tiene bicicletas pequeñas semioxidadas y un televisor con turismo carretera, almanaques con tinte de almanaque pintado por el tiempo el sol parece pegar en su cenit justo en la bicicletería que espera sus rayos y sus clientes y dora la piel del bicicletero y su ayudante; enfrente el vecino del cello parece congelado en su ventana fría blanca y abierta con los postigos hacia la calle y su música pasa a través del vidrio y muy atrás al otro lado de la sala se sienta y dispersa sus ondas sonoras encantadoras para el hábil peatón que se equilibra con paraguas entre las baldosas flojas, de un barrio con b...
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