Quiero ir al gimnasio
Los últimos dos meses de 2018 estuve yendo a entrenar. Sudaba y movía mi cuerpo exorcizando enojo.
Después de 10min de cinta, por las piernas y los brazos me recorre como una mini corriente eléctrica y es muy agradable, escucho música que pongo con mi celular y corro 30 minutos contenta.
El gimnasio quedaba frente al edificio donde yo vivía, sólo había que cruzar un gran estacionamiento.
En verdad, los profesores o preparadores físicos no me prestaban mucha atención así que yo agregaba minutos de cinta a mi rutina porque me encantaba el golpe de las suelas de mis zapatillas cada vez más rápido sobre rodillos sobre una cinta de goma.
Me gustaba sentir que esa transpiración era algo que tenía que sacar de algún modo. A veces escuchaba listas rabiosas.
Muchas veces sentí al volver del gimnasio el impulso de fumar un cigarrillo, porque en mi cuerpo sentía algo parecido a la sensación de satisfacción después de uno o de un par de orgamos, que en cierta manera potencia los efectos placenteros de fumar y eso me daba ganas.
A veces me sentaba en un silloncito violeta junto a la ventana, y charlábamos cosas con mi amiga.
Una vez en medio de una rutina salí del gimnasio y fui para mi casa a abrirle a un chico que me iba a vender droga y necesitaba entrar a mi departamento para pesarla. El chico me daba confianza así que no me importó. Él pesó la droga, unos cristales, y le di la plata, bajamos los dos y yo me volví al gimnasio.
En 2019 un noviecito mío no respetó el pacto de confianza que teníamos respecto de algo que yo le había contado acerca de un abuso, y se lo tomó a broma. Era una persona con poco registro de la situación a la cual yo de todas maneras adoraba mucho.
Ese día mientras discutíamos por teléfono dejé caer desde mi ventana una gorrita que era de él. Vi cómo otro chico se la quedaba.
Una madrugada, con ese chico, estábamos en mi pieza…él venía de algún sitio… Comencé a besarlo y a buscar su sexo y se durmió. Dormía de un momento a otro con un sueño muy pesado, y la boca abierta en una expresión de cabra, así roncaba.
Cuando comprobé el peso de su cuerpo, me levanté, me puse la ropa y salí ya de mañana a buscarme un desayuno. Entré, lo dejé sobre la mesa, y fui a la pieza, lo desperté lo llamé por su nombre y le dije, te tenés que ir. Y él no entendía yo le repetía su nombre, eu, te tenés que ir. Andate.
qué lindo pupi
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