cosas

 queridos :

tengo ganas de escribir una gran carta, en un papel y con una 

estampilla sin embargo,

 

no sé,

confieso que escribí hace poco una carta y le puse incluso un sticker

mientras escribí la carta mi corazon latía sincero pero luego

esa carta iba adjunta a un regalo, el regalo entregué pero la carta la escondí entre las hojas de mi calendario 2022, un sitio que como todos los sitios donde almaceno escritura personal, confío en que nadie miraría (alguien mirará esto algo?)

menos que menos esa escritura personal diaria, que es método.

pero qué diría en esta carta,

me gustaría contarte a modo de diario pero reconociendo tu interlocución,

cosas simples,

hoy por ejemplo recibí un regalo: una novela de carson mccullers que se llama frankie y la boda, quizás en un rato me tire en la cama a leer. Pero seguramente no lea esa novela, sino que lea su autobiografía. La autobiografía de McCullers, que en realidad ya leí: ahora me queda por leer la correspondencia entre Reeves y ella, que estoy segura de que debe ser intensa.

Muchas de las cartas que ella le escribió a él se perdieron, fueron quemadas a fin de preservar la identidad de ambos ya que él no podía llevarlas consigo en el campo de batalla.

Qué tristeza.


A nosotros no nos tocó la guerra. Nos tocó una pandemia. Eso por ahora.

Dijo el papá de Joaquín que una guerra o una pandemia es lo peor que nos podía pasar.


No sé. 

Supongo que sí, porque somos gente. No lo sé. Somos solo gente.


Hoy nos reunimos.

Estuvimos igual buen rato callados. O con Paco hablando despacito. 

Un niño se me acercó y me dijo hola, susurrando. Me dijo ¿a dónde vas? ¿no me das una monedita?

Y mientras busqué para darle, el niño desapareció. Caminé para un lado y otro de la casona y lo encontré sentado, como un ser mágico, en una silla a la entrada.

Le di 100 pesos y se compró un sanguchito. 

Mi padrino me regaló esa novela que nombré, y me habló de aurora venturini. Luego me enseñó un bot de telegram para descargarme un montón de libros todos los que yo quiera. La visita de mi padrino fue magnífica. No lo veía hace años, y llegó bronceado y con una remera batik multicolor que dijo que se había puesto especialmente para esta ocasión.

Mi padrino es psicólogo, y mientras comíamos le pregunté qué tipo de terapia trabajaba. Me contó cómo se manejaba en su consultorio: que no tiene un diván, y que intenta ser un psicólogo agradable con sus pacientes. Que les dice cosas bonitas, por ejemplo, que les halaga cuando los ve bien y piensa que algo les queda lindo. 


Y a la tarde, cuando nos reunimos, no hablamos mucho. Pero escuchamos. Yo desde el otro lado de la sala lo miré a Paco y me di cuenta de que se había hecho algo en los dientes, porque los tenía muy brillantes. 

Después le pregunté ¿Te hiciste algo en los dientes? Y me dijo que sí.




Ahora estoy acalorada porque me tomé un café para estar un rato más despierta y porque tengo las puertas y las ventanas cerradas para alejarme del ruido. Al lado mis vecinos están de fiesta.

Hace un rato sentí tristeza por no estar de fiesta. Y aparté el pensamiento.


Esta tarde hablaron mucho de salud mental. No mucho mucho pero fue digamos el tema que nos nucleaba en ese encuentro al que fuimos, donde armaron un altar hermoso para mark fisher.

A la vuelta, los chicos se iban a tomar cerveza. Pero decidí volver a casa porque tenía frío en los pies y también sueño y tampoco quería siquiera oler la cerveza y a eso huelen las cervecerías.

Es que hoy no tengo tantas ganas de hablar. 

Estoy tranquila.


Por momentos siento tristeza y aparto la tristeza.

Me ocupa mi psicología, la psicología, y la salud mental.


Carson McCuller contó que tenía prejuicios respecto de la psiquiatría. Pero estaba muy loca estaba muy mal, y finalmente un día pidió turno con una doctora. 

Estaba tan ansiosa que casi no durmió la noche anterior a la primera consulta. Y que amó a la psiquiatra desde el primer momento y que cuando terminó esa primera sesión, la doctora la invitó a que almorzacen juntas. Y luego de cada sesión, eso hicieron.



Hoy hablaron de depresión así entre los pastos los yuyos,

y de un tratamiento con ketamina intravenosa.

Yo quizás estaba así.








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