Oh querido archivo blanco
Te cuento que anoche te abrí para comentarte algo pero por las dos ventanas de mi habitación se colaba un pitido que me pone muy nerviosa y una música de fiesta que me hizo sentir triste.
Anoche era sábado y, como últimamente, yo estaba aquí
acomodando ropa, estirando y perfumando las sábanas, recorriendo con la mirada
los objetos de mis altares y extrayendo de ellos cierta paz, tirando blísters
vacíos y haciendo un recuento de medicación disponible.
¿En qué momento ellencierro volvió y se hizo hábito? Sé que
es una parte de mí, y ahora, en esta mañana de domingo con café impostergable y
un amable sol, se disfruta. Aunque siga aquí dentro no me
siento encerrada.
Escribir también es salir de ahí y oh querido archivo
blanco, ya no estamos tan vacíos pero ayer me sobrevino la parálisis y preferí
entonces ir hacia el cuerpo y no hacia la mente: lo que implica en vez de leer
o escribir, practicar algún ejercicio simple, alguna postura. Ni siquiera me
sirve demasiado registrar sensorialmente al menos no con la vista y el oído:
siento que son los sentidos más cercanos al discurso. En seguida algo me hacen
pensar.
La luz pasa a través de los caireles y del vinilo fractal
del vidrio central de la ventana que da a la calle; las hojas de los árboles
tiemblan y las ramas bailan sin esa violencia naranja de las noches anteriores.
El país arde flota o grita desde los techos pidiendo ropa seca, mientras unos
payasos clase b se saludan entre ellos, tartamudean y nos dejan solos.
Querido diario me cuesta sentir la presencia de dios. Y si
olvido la pastilla en la mañana por la tarde no me encuentro. De tener espíritu
a sentir que una no tiene espíritu hay un abismo que no hace falta describir. ¿Te
has quedado esperando milagros de poca monta frente al teléfono o frente a un
televisor?
Mi visual clásica son mis piernas estiradas en V sobre el
colchón. Tengo el gesto de enjuagarme las plantas de los pies con un jabón
violeta y quedarme ahí haciendo nada. No tengo ganas de comer ni de hablar ni
de leer aunque reniego porque me gustaría tenerlas. Creo que es un típico cansancio de marzo. Si
lo pienso en retrospectiva es algo pesado en los inicios.
La temperatura cambió radicalmente, esta mañana me despertó
el frío en los huesos. Cerca de la madrugada doblé en dos una frazada y me hice
chiquita. Pero seguí soñando que tenía frío, y hambre, y eso me despertó.
Soñaba con una palta estirada que cuando la cortaba por la
mitad en realidad era un limón. Y con un
galán que era igual literalmente un clon de muchos otros galanes, pero que usaba
un traje de marca y orejas de micky mouse. En el sueño yo me tenía que casar
con él para acceder al derecho de vivienda. Y en el momento de casarme, frente
al altar, a mí me hacían parar sobre una balanza para evaluar mi peso.
Pesaba mucho más de lo que cualquiera hubiera pensado y los
jueces y testigos no podían explicárselo. Yo decía que se debía a las
características de la situación. A la presión de tener que someterme a todo eso.
Me dio frío y entonces me desperté.
Prendí la pc y te vi hoja de archivo blanco.
Me gustan los domingos, que antes no me gustaban, porque son
tan silenciosos.
El silencio me permite vivir.
A mi sistema le permite vivir. Vive igual el resto del
tiempo, aunque… sobresaltado.
Empieza un marzo no amistoso. Con menos trabajo del que
pensé. Con más trabajo del que quiero.
Con realidades que superan mis imaginaciones más siniestras
y los dispositivos a mil.
Me pregunto qué sucederá con el clima. Cómo será el otoño.
Cómo nos tratarán los astros. Cuándo me miraré al espejo y me daré cuenta de que
cambié de forma.
Un saludo
Georgina
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